domingo, 17 de agosto de 2014

Y se hizo el reencuentro

Pues resulta que nada de lo que me esperaba resultó ser.

A veces somos demasiado fatalistas, pesimistas y es porque tememos que si nos sentimos muy ilusionados por algo, es muy probable que salgamos decepcionados si las cosas no son como uno las quiere.
Por eso en algunas ocasiones preferimos no esperar nada o esperar lo peor.

Yo personalmente esperaba lo peor del reencuentro con mis excompañeros de la escuela… Esperaba ver a personas que no me agradaban, sentirme incomoda, no poder congeniar con nadie, tener esas ganas de salir corriendo, en fin…

Sin embargo, ya pasó. Y resulta que fue bastante agradable. Fue poca gente y justo algunos de los que más me agradaban. Compartimos, nos pusimos al tanto, tomamos unas lindas fotos y ganamos más años con cada carcajada.


Y la cuestión es que esa cosa horrible llamada reencuentro fue más agradable de lo que esperaba, y me alegra muchísimo que así fuese.





martes, 12 de agosto de 2014

Reencuentro

 O mejor dicho: Esa cosa horrible llamada reencuentro.

Pues bien, así va la cuestión:

Un día, dos años después de salir de la universidad, te escribe alguien de la escuela secundaria (colegio, liceo), del cual tenías tiempo sin saber y te avisa que está organizando un reencuentro de estudiantes. Una sana reunión entre amigos del pasado (desde la infancia en mi caso), de los cuales no has sabido nada desde hace unos 8 o 9 años porque en tu adolescencia dichos compañeros se convirtieron en una tortura y por eso decidiste cambiarte a otro liceo.

Pero han pasado tantos años, y si tú has madurado es probable que todos tus excompañeros lo hayan hecho. Cada quien ha tomado su camino y ha pasado por diferentes circunstancias que han moldeado sus conductas y los han hecho lo que son hoy en día.

Entonces empiezas a enterarte de cosas que no sabías (o ni te importaba saber). Algunos tienen hijos, otros se han casado o están a punto de hacerlo, unos pocos se han ido al exterior en busca de nuevas oportunidades o para aprender el inglés, la mitad aún no termina la carrera universitaria, otros ya emprendieron negocios propios con la ayuda de sus padres, se han cambiado hasta de religión o asimilado en la milicia y los pocos como tú pues… olvídalo, ninguno hizo lo que tú y los que lo intentaron, se arrepintieron a medio camino.

Hay grupos de ingenieros y de médicos, unos que otros licenciados y psicólogos, hay músicos, activistas políticos, pero tú eres la única fenómeno que se le ocurrió estudiar comunicación social (periodismo) y al parecer la única obsesionada por el medio ambiente.

Y pues realmente te llegas a emocionar desde un punto de vista neutro, es decir, ni para bien ni para mal, sólo sabes que es algo diferente, que nunca habías hecho y tienes unas pocas "ganitas" de hacerlo.

Pero luego inventan eso de grupo colectivo en whatsapp y cada quien empieza a saludarse, a bromear, a planificar el reencuentro, entre otras cosas. Y de la misma manera comienzan a agregar a las personas que nunca te agradaron, otras cuantas se salen porque es una verdadera molestia la cantidad de notificaciones si estás ocupado o no estás metido en la conversación.

En ese momento se detiene el tiempo (o retrocede), y te das cuenta de que todos escriben (y actúan) exactamente igual que como lo hacían en años anteriores. Recuerdas el porqué te cambiaste de institución, porqué dejaste de hablarles y porqué realmente no te interesaba saber de ellos.

Es en ese mágico y tortuoso momento cuando comienzas a creer que debes ser un fenómeno, o debes seguir siendo el mismo fenómeno de hace 9 años, pues a pesar del tiempo, de las distancias y todo lo demás, no logras conectar emocionalmente con ellos.

Y es allí cuando sabes que tú tampoco has cambiado mucho.

El problema es que quizás no eras compatible con dicho grupo de personas. 
Para ser realistas, creo que eran demasiadas especies diferentes juntas en un solo lugar, más por obligación que por gusto. Y cuando entraste en la universidad, pues al menos se juntaron por algo en común y se fueron yendo los que no pudieron encajar o ajustarse a las exigencias.

Y al final quedaron 10 universitarias totalmente diferentes pero con algo en común que las unía.

Creo que si dentro de los mismos 9 años organizaran un reencuentro con mis compañeras de universidad, asistiría felizmente, sabiendo que no tengo nada que temer, nada que aparentar, nada que esconder. Porque fue durante esa etapa cuando logré ser yo misma y me agradó (y aún me agrada) la persona en la que me convertí.

Pero cuando hablamos del colegio, esa etapa tan complicada que es la adolescencia, pues hay mucho que decir.
Imagínense que estoy hasta preocupada por la ropa que debo usar, lo que debo hablar, lo que debo callar, cómo me debo comportar, al lado de quién tendría que sentarme. En fin, un montón de discusiones internas que desde ese primer mensaje no me han dejado en paz. 
E incluso debato aún sobre si debo o no debo ir. Y creo que no estaré en santa paz hasta que de una vez pase este fin de semana.


Y he aquí el dilema de esa cosa horrible llamada reencuentro.


Más adelante nuevos detalles xD